La transferencia es amor -dice él- con sus manos apoyadas sobre la mesa, acento contundente, mirada incisiva. A poco de entrar al aula donde dará su Conferencia, en tono pausado aclara que no tiene la menor intención de dar una conferencia, pero sí tiene algo que enseñar. De pié, con las manos en el bolsillo, y en un tono casi susurrante dice: he hecho esto durante… sí… durante mucho tiempo, llevo 17 años haciendo esto…! El auditorio ríe, él también. Por un instante, las risas distienden.
El halo que lo envuelve es socrático Son dos escenas de la Conferencia en Lovaina. Me estoy refiriendo a un video más mediático que el film que hoy veremos aquí. El clima de expectativa, en espera de su presencia, es notable. Él lo sabe. Forma parte de su enseñanza: la presencia, los gestos, la palabra, los tonos, sus argumentos, desde los más precisos hasta los más enredados, se sostienen de esos dos soportes: la presencia y la palabra.
Lacan está en el ágora. Freud, en el gabinete ilustrado de Viena, pero no sin la compañía del círculo de los siete anillos, de sus reuniones semanales, de los testimonios de cada uno de ellos poniendo a prueba una incipiente invención, en un cruce de transferencias que entorpecieron y favorecieron la nueva práctica.
La identificación también es amor, por esa razón, Lacan al mismo tiempo que define la transferencia por el amor, anuncia sus engaños. Motor y obstáculo son las palabras freudianas que ponen sobre relieve un tratamiento inédito del amor que el psicoanálisis propone al mundo. Se espera de sus resultados, un cambio, una transformación que lo desenrede de las razones ciegas de un goce mortífero; un cambio de discurso, es decir pasar a hablar de otra cosa.
El film de Gérard Miller trata sobre esto mismo. Su inspiración es balzaciana. El esplendor lujoso del teatro, su sofisticada puesta en escena, se sostiene de la otra escena de la vida, de la que cada uno de los entrevistados habla, de modos muy diversos y desde lugares sociales también muy diversos, a partir del encuentro fortuito con un analista. El movimiento es sutil, el teatro en el bullicio de la ciudad o la ciudad como el escenario en el transcurre el teatro de una vida. De las inscripciones que quedan en una sala de consultas abierta en la ciudad al testimonio de los entrevistados en la gran sala del teatro o en un palco en penumbras, o al pié de una escalera, en un pasillo, el pasaje fugaz entre las bambalinas, los psicoanalistas en un hall de entrada dando versiones diferentes sobre su posición en un primer encuentro, son algunas de las secuencias pausadas de un movimiento que gira sobre el vértigo del reverso de esa otra escena que las palabras proferidas hacen existir.
Francois Regnault lo dice de Jacques Lacan: encuentra más en la lectura de Balzac que en Marx, en el Reverso de la historia contemporánea de Balzac, incluido en uno de los volúmenes de “Escenas de la vida parisina”, la certeza que enuncia en el Seminario 17:
“¿De qué se agarra la vida? Del significante-amo que escribe S1 ¿De qué se sostiene eso? Justamente de algo que se propaga en el lenguaje como un reguero de pólvora, es legible, es decir, que eso se agarra, hace discurso”.
Un film y un libro, breve, que anticipa otro, escrito por Jacques-Alain Miller, Vida de Lacan, a los 30 años sin Lacan y después de haber concluido la transcripción del conjunto de sus Seminarios, convergen hoy en este encuentro que hemos convocado a los 20 años de la fundación de nuestra Escuela, que sólo fue posible por un deseo, el de Jacques-Alain Miller. Que sus lectores tengan una Escuela, así como sus alumnos ya tenían la suya. Que la enseñanza oral de Jacques Lacan corra como reguero de pólvora por la letra impresa de sus Seminarios. Lacan Quotidien, en la vorágine on line de Internet, lo coloca una vez más en la escena del ágora. Cada uno de los que allí intervienen pinta su propio lugar, a sabiendas de que no es in absentia o in efiggie, porque sólo un analista que hace de su presencia un artilugio al modo de Gracián, es el que puede hacer existir aun hoy la transferencia con el psicoanálisis, a través de una praxis, siempre azarosa, tal como él la definió.
La Escuela EOL está en moviento:
En agosto, la conversación sobre la formación de los analistas a los 20 años de existencia de la EOL; en septiembre, esta noche, el día 9, exactamente a los 30 años sin Lacan, con un film sobre la praxis lacaniana y un libro sobre su inventor, y para diciembre, preparamos una profusa elaboración colectiva sobre los efectos de esa praxis lacaniana que es la nuestra.

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